Cómo ir de Semuc Champey a Río Dulce

Día 9 : Semuc Champey – Lanquín – Río Dulce (Cómo ir de Semuc Champey a Río Dulce)

Sábado, 2 de enero del 2016

El despertador de hoy ha sido el sonido del despertar de la naturaleza y las primeras luces del día, haciéndose paso entre las cortinas de la ventana de nuestra cabaña, advirtiéndonos que ha llegado el momento de ponerse en marcha y empezar a recoger las mochilas para empezar con el traslado de Semuc Champey a Río Dulce, el que será nuestro último destino del viaje a Guatemala antes de irnos hacia Honduras.
El desayuno empieza a las 6 de la mañana y nuestra furgoneta compartida de Semuc Champey a Rio Dulce sale a las 7, así que no dudamos en ir pronto y es que tenemos que decir que el Portal de Semuc Champey es un alojamiento de 10, pero la rapidez no es lo suyo, así que merece la pena levantarse un poco antes y no arriesgarse a quedarse sin desayunar y menos un día como hoy en el que la previsión es que sea un viaje largo.

Pedimos un par de platos de panqueques con cafés y cargamos energías para un día que sabemos se presenta duro, con un nuevo traslado de 6 horas que nos llevará desde Semuc Champey a Rio Dulce.

Son las 7:15 cuando llega nuestro 4×4 en el que hoy en contra a los 4 que vinimos el día que llegamos a Semuc Champey desde Flores, toca meternos más de 12 personas, de pie en la parte trasera, para recorrer los caminos embarrados de los 9 kilómetros que hay desde Semuc Champey a Lanquín.

Pero como no todo podía ser tan perfecto, no hacen falta más de 5 minutos para que el cielo empiece a llorar y tengamos que hacer los 9 kilómetros bajo la lluvia, ya que no han puesto la lona, mojándonos y sintiendo la naturaleza en su máximo esplendor.
Llegamos a a Lanquín a las 8:10 de la mañana, donde los toca esperar a que llegue nuestra furgoneta compartida que nos llevará de Semuc Champey a Rio Dulce, la que será nuestra parada estos dos y últimos días en Guatemala, antes de irnos hacia Honduras.
En Guatemala, aunque parezca mentira, también existe el pole pole que conocimos en nuestro viaje a Kenia y Tanzania, tanto es así que tenemos que esperar desde las 8 hasta las 9, para que la furgoneta compartida se ponga en marcha, haciéndonos prever un trayecto algo más largo de lo que inicialmente pensábamos.

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Son las 12 de la mañana, es decir 3 horas más tarde de nuestra salida de Lanquín, cuando por fin abandonamos la «carretera» de arena y piedras en la que hemos recorrido poco más 40 kilómetros dando botes, acompañados en todo momento por una llovizna que parece no querer dejarnos ni a sol ni a sombra. Suerte de los paisajes impresionantes por los que vamos pasando, que hacen que ya solo por ellos merezca la pena este viaje, y es que parece que estamos en medio de la jungla, pasando cada pocos kilómetros por pequeñas aldeas de no más de 5 casitas, en las que podemos ver la vida local a golpe de volante, a una velocidad tan reducida, que por momentos parece que vamos caminando.

Viendo cómo está el tiempo, no podemos más que pensar en la suerte que tenemos, no coincidiendo hoy con la visita a Semuc Champey, ya que el día se preveía muy lluvioso y como estamos comprobando, las predicciones se están cumpliendo y subir al mirador o disfrutar de las pozas, no hubiese sido para nada una tarea fácil.

Faltan unos minutos para la 1 del mediodía cuando por fin tomamos una carretera asfaltada, que casi podríamos calificar como normal, cuando nuestro chofer decide parar en una gasolinera donde poder ir al baño, comer, repasar que la lona cubra bien el equipaje y aprovechar para conectarnos al wifi disponible o aprovechar la señal Movistar que ha vuelto a aparecer como por arte de magia después de dos días sin haberla visto ni de refilón.

Viendo que aún nos quedan unas horas para llegar a Río Dulce, aprovechamos también para comer, pidiendo unas fajitas y unos tacos, por cierto buenísimos, más coca cola y cerveza por 77 quetzales, que nos hacen recargar energías para seguir nuestro camino hasta el siguiente punto de nuestro viaje.

No mucho después de darle el último trago al café, volvemos a la furgoneta para seguir nuestro camino, percibiendo como a medida que nos vamos acercando a la costa caribeña, el sol empieza a lucir y a acompañarnos el resto del camino.
Llegamos por fin de Semuc Champey a Rio Dulce a las 15:00 de la tarde, 8 horas más tarde desde que salimos de Semuc Champey, pese a que el hotel nos habían dicho que el trayecto sería de unas 6 horas, aunque hay que contar que entre una cosa y otra salimos de Lanquín a las 9 de la mañana y la lluvia también nos ha retrasado bastante.

La furgoneta compartida, en esta ocasión no nos deja en nuestro alojamiento, si no que nos deja en una calle de Río Dulce, al lado de uno de los embarcaderos, ofreciéndonos una lancha para llegar al Marine Yatch, nuestro alojamiento en Río Dulce, o un taxi por 40 quetzales. Optamos por esta última opción, aunque sabemos que nos están cobrando 3 veces el precio real, pero realmente tenemos ganas de llegar al hotel y descansar y no nos apetece demasiado volver a ponernos chorrando en la lancha, ya que vuelve a chispear.
No tardamos más de 10 minutos en llegar a la zona de Puerto Barrios, donde está nuestro hotel, por cierto con malísimas opiniones tanto en Tripadvisor como en Booking, algo que verdaderamente no entendemos según nuestra experiencia posterior, que ha sido verdaderamente genial.
Hay que decir que el Marine Yatch no es únicamente un hotel, ya que también comprende un restaurante y un embarcadero local, por lo que la recepción es un poco un «todo en uno«, siendo lo menos parecida a un hotel que puedas imaginar.
Después del check in, cruzamos la parte del embarcadero, acompañados de un arco iris precioso que parece querer darnos la bienvenida a Río Dulce, viendo numerosos barcos allí atracados, pasando también muy cerca de la zona restaurante, que se ubica entre la recepción y las habitaciones.

Justo al lado de nuestra habitación tenemos la piscina y un pequeño bar que seguro mañana disfrutaremos, ya que hoy queremos descansar un rato en la habitación y después irnos al restaurante, donde hay wifi gratuito, para poder actualizar un poco el blog y trabajar un rato después de estos últimos días totalmente desconectados.

Son las 7:30 de la tarde cuando pedimos la cena: una hamburguesa especial de pescado, más unos nachos acompañados de cerveza, coca cola y un café como sobremesa por 250 quetzales. Tenemos que reconocer que sí que es caro, comparándolo con el resto de lugares en los que hemos estado hasta ahora, pero la verdad es que está todo buenísimo, en contra de las opiniones que leímos, y el trato es fenomenal, así que, no podemos quejarnos.

Aquí estamos hasta las 10 de la noche hora en la que toca recogerse y descansar, para disfrutar mañana de la última etapa del viaje a Guatemala: Livingston, lugar en el que habita la etnia garífuna.