Tardamos unos 20 minutos en llegar. La cola de facturación es inmensa. Suerte que en el aeropuerto de Viena, no tienen escaners antes de entrar a las puertas de embarque, si no que están justo en cada puerta del aeropuerto. Eso hace que sea mucho más rápido.
Matamos los 30 minutos que nos quedan para embarcar, hablando de nuestro viaje a Austria y pegando cabezaditas.
Una vez en el avión, sólo podemos hacer una cosa, dormir y recordar algunas de las imágenes que nos ha dejado este viaje, que seguro no olvidaremos nunca.
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